Todos hemos nacido del fruto de unos padres biológicos y no solo heredamos de ellos las características físicas, también heredamos las huellas históricas de nuestra familia, como dijo Rumi “es posible que estés buscando en las hojas lo que puede estar en las raíces”. Es más, para aceptarnos a nosotros mismos tenemos que aceptar que somos genéricamente la mitad de cada uno de ellos, Y por tanto para estar en paz con nosotros mismos y con ellos debemos aceptar y entender sus historias de vida. Ellos te dan la vida, el regalo más importante que nadie puede hacernos, nuestra relación con la vida va a depender de nuestra relación con nuestros padres.   Sólo cuando somos capaces de sentirnos en paz con ellos y/o el resto de ancestros involucrados, cuando aceptamos la historia que vivieron, y lo miramos desde el amor es entonces cuando comenzamos a sentirnos bien con nosotros/as mismos/as y es realmente cuando nos liberamos. Una correcta posición en nuestra familia de origen es una sana posición ante la vida.

No olvidemos que también nuestras sombras, (Según define Jung, nuestro aspecto inconsciente de la personalidad cuyos rasgos y actitudes, el yo consciente no reconoce como propios y por tanto se proyecta en el exterior), forman parte de nosotros y es bueno mirarlas cuando nos están afectando. La vida es abundante y ofrece todas las posibilidades, de nosotros depende aprender el equilibrio universal entre dar y recibir. 

Las constelaciones nos ayudan a comprender mejor el comportamiento de nuestra familia e incluso de nosotros mismos, a sentirnos mejor individual y colectivamente y, sobre todo, para hacer más libres y conscientes a las siguientes generaciones.